Hace algunos años, mientras recorría una galería de arte en la ciudad de Santiago, me encontré frente a algunas obras de Roberto Matta. Las observé y me dejé envolver por esa especie de paisaje espacial, por los personajes y por el cubo. Conocía sus obras e historia, pero creo que en ese momento de “envolvimiento” fue cuando me contagié con el “virus Matta”, del cual –afortunadamente- nunca me sané. Adquirí una obra y me retiré con el alma llena de alegría, como un niño descubriendo su primer tesoro. Desde ese día, el destino me ha empujado hacia sus obras y ese pequeño tesoro se ha transformado en una colección del “maestro” como también de otros artistas, que junto a mi padre nos han hecho sentir esa magia que produce la conjunción de colores, formas y trazos de una obra de arte. Después de diez años coleccionando decidimos dar un paso adelante y crear nuestra propia galería, nuestra “Prima Galería” para disfrutar y compartir el arte con la familia, los amigos y coleccionistas.