Entrevista a Adriana Almada
Colección Mendonca. Centro Cultural de España Juan de Salazar
Pinta Sud | ASU, Agosto 2023, Asunción
Fragmentos de una entrevista publicada en Revista Pausa, diario Última Hora, Asunción del Paraguay
30/7/2023
¿Cómo nace la idea de una exposición como El País de las Mujeres? ¿Hace cuánto tiempo que se viene gestando el proyecto, cómo fue el proceso del mismo, y cuál es el equipo que lo conforma?
La invisibilización de la producción artística de las mujeres es un fenómeno de larga data sobre el cual tanto la academia como el circuito del arte han puesto gran atención a partir de las últimas décadas, y esto se ve mucho en la emergencia de nombres de artistas ya fallecidas o ya muy mayores cuya obra recién comienza a ingresar a colecciones y museos y a la historiografía del arte. Paraguay no escapa a esta situación. Estudios sobre la condición de las mujeres, abordada desde lo macro y lo micropolítico, han ido aportando lecturas transversales y transdisciplinarias que enriquecieron la aproximación a los haceres y saberes de mucho más de la mitad de la población del país en un momento específico. Los gobiernos militaristas que despuntaron en la década del 30 del siglo pasado, en su lectura sobre la guerra de la Triple Alianza, alimentaron el mito esencialista de “la mujer paraguaya” fuerte, sufrida, abnegada, heroína reconstructora del país ante la ausencia de hombres, pero siempre respetuosa del orden patriarcal establecido. El lugar de “la mujer”, en todas las clases sociales, era “el hogar”. Un hogar del cual era la jefa indiscutible, ya que de ella dependían el sostén y el cuidado de los hijos y los mayores. (Precisamente, una historia de los cuidados hoy da cuenta del aporte inconmensurable de las mujeres a la reproducción de la sociedad). Sin embargo, el poder político y el poder simbólico permanecieron en la esfera masculina. Las luchas por la igualdad femenina en el Paraguay fueron suplantadas en el imaginario nacional por la narración heroica de la guerra, centrada en hechos militares. Ya más recientemente, en el terreno político, y muy especialmente en los partidos tradicionales, salvo excepciones, la participación de las mujeres se reduce a complemento de listas o a mero apoyo logístico.
Todo esto viene a cuento a la hora de pensar una nueva propuesta de la Colección Mendonca de Arte Contemporáneo para la próxima edición de Pinta Sud Asu, que se desarrollará este mes de agosto. Con Daniel Mendonca, el coleccionista, hace muchos años venimos imaginando una exposición de mujeres artistas del Paraguay y vimos ahora la oportunidad de materializarla con un aliado excepcional: el Centro Cultural de España Juan de Salazar. Hemos constituido un equipo amplio y diverso, con profesionales específicos para cada área de trabajo, desde documentación y relevamiento de obra, investigación histórica, restauración, expografía y diseño de montaje, fabricación de dispositivos, comunicación, prensa y, por supuesto, curaduría. Incluso, este discurso curatorial ha motivado adquisiones específicas para la muestra. Asimismo, y como ya ocurrió en ocasiones anteriores, habrá un exhaustivo registro fotográfico y audiovisual de la exposición, con vistas a una publicación y un corto documental.
¿Cuál es el trasfondo del nombre de la exposición? ¿Qué denota y qué contiene, para vos, aquella denominación?
La exposición toma su título de un libro referencial sobre la historia social de las mujeres en el Paraguay, publicado por la investigadora alemana Barbara Potthast en 1996: ¿Paraíso de Mahoma o País de las Mujeres? El rol de la mujer y la familia en la sociedad paraguaya durante el siglo XIX (Asunción, ICPA). Para mí fue siempre muy inspirador su abordaje de la condición de las mujeres a partir de instancias laterales, buscando encontrar respuestas en elementos sin aparente relevancia, como sí tenían los documentos oficiales, pero que daban cuenta del universo doméstico y de las acciones micropolíticas de las mujeres en todas las clases sociales del país. Y, como lo explica muy bien gráficamente otra historiadora, paraguaya, Ana Barreto Valinotti, cuando a fines del siglo XIX y comienzos del XX los viajeros y artistas europeos llegaban al Paraguay se encontraban, literalmente, con “un país de mujeres”. Era lo que veían. Quizás ese sea el motivo íntimo de esta exposición: sacudir la memoria y dejar al descubierto este “país de mujeres”. Y de mujeres clave en la cultura y el arte.
¿Cómo fue el proceso de selección de las obras (y artistas) que forman parte de la exposición? ¿Qué criterio/narrativa/sensibilidad, qué cualidad buscaste en las obras seleccionadas?
Podemos decir que la Colección Mendonca comenzó a constituirse como tal en los primeros 2000, y desde los inicios incluyó obras de mujeres artistas paraguayas o residentes en el país, o que desarrollan un trabajo vinculado a su imaginario. Ya pensando en esta muestra, hicimos un relevamiento de las artistas que había en la colección y pensamos en el relato que podría constituirse a partir de tales nombres, a los cuales fuimos agregando muchos más. Pero es importante señalar que esta exposición no se limita a reunir artistas por el solo hecho de ser mujeres, sino que busca levantar, desde las mismas mujeres, problemáticas sociales y culturales vinculadas a su condición. Sin embargo, introdujimos un elemento que desestabiliza esta taxonomía: hay obras de tres artistas invitados que, desde su propio lugar, ingresan con poética intensidad en este territorio femenino.
¿Qué variedad de formatos artísticos se puede ver en el cuerpo de la selección de obras? ¿Qué te parece que estos formatos aportan a la narrativa de la exposición?
Hay piezas que datan desde el comienzo del modernismo en Paraguay hasta últimas expresiones contemporáneas. La muestra incluye pintura, dibujo, grabado, escultura, objeto, instalación, fotografía, fotoperformance, videoarte, piezas sonoras… Creo que esta diversidad no solo enriquece la narrativa curatorial, sino que permite accesos múltiples a cuestiones que pueden ser leídas como una red de vasos comunicantes. Siempre recuerdo una frase de Didi-Huberman: una exposición no solo se recorre con la mirada, sino con todo el cuerpo. Creo que esta diversidad aporta justamente eso: la posibilidad de una práctica corporal autopercibida en el espacio expositivo.
Para vos, ¿cuál es la importancia histórica que alberga una exposición colectiva como esta?
Creo que esta importancia histórica puede ser considerada desde dos variables no separadas sino interconectadas. Por un lado, la reflexión que esta propuesta puede generar en diferentes ámbitos académicos e incluso políticos sobre la condición social de las mujeres en el Paraguay y, por otro, el modo en que este relevamiento puede incidir en el campo específico de la historiografía del arte en el país. Hago la salvedad de que no considero esta exposición como “un estado del arte” o una presentación exhaustiva de la producción de mujeres artistas, pues continuamos en la búsqueda de obras que consideramos importantes pero que, por un motivo u otro, no están disponibles o ya están incluidas en otras colecciones, tal el caso de algunas piezas de Irma Gorostiaga, recientemente desaparecida. De todos modos, creo que es un relato muy completo y, como una colección es un organismo vivo que se renueva constantemente, seguramente pronto habrá nuevas incorporaciones.
¿De qué manera te parece que el volumen y la importancia de toda la producción artística que implica esta exposición, habla de la visión única que estas mujeres tienen de la (su) realidad aquí en Paraguay?
No hay una visión única. Creo que en esta muestra es posible encontrar los diversos intereses de las mujeres artistas en el Paraguay, sus distintas realidades y condiciones. Pienso que ese es uno de los méritos de la muestra.
¿Qué tipo de cambios notas en los trabajos de las artistas a medida que pasan los años, desde el 60 hasta la actualidad?
Los cambios son muchos y muy grandes. Son los cambios que ha vivido la humanidad en las últimas seis décadas. Sin embargo, hay elementos que persisten, hábitos y prejuicios con respecto a las mujeres que no han cedido y que se ven como preocupación en muchas obras. Por ejemplo, hay un grabado de Miguela Vera de 1964 que refleja una problemática que vivimos las mujeres todos los días. Hoy, para abordar esa situación, una artista contemporánea hubiera apelado quizás al video, o a la fotoperformance, pero la cuestión es la misma. En este sentido, es muy enriquecedor observar la transformación en el uso de los lenguajes, sin que eso signifique avance, ya que muchos medios aparentemente tradicionales como la pintura o el dibujo terminan siendo herramientas muy eficaces para actualizar cuestiones.
¿La exposición contará con actividades complementarias que ahonden en el tema de la misma? Si es así, ¿de qué manera y cómo serían?
En el transcurso de la muestra, que durará hasta el último día de agosto, habrá visitas guiadas y diálogos en sala (o en otro espacio) con investigadoras del ámbito de la historia, la sociología y el arte.
Artistas
Fidela Álvares, Nancia Álvares, Mabel Arcondo, Olga Blinder, Rosa Brítez, Bettina Brizuela, Claudia Casarino, Leonor Cecotto, Milena Coral, Leonor De Blas, Ruth Diego, Doriana Falcón, Floriberta Fermín, Adriana González Brun, Mónica González, Teresita González, Yuki Hayashi, Sara Hooper, Julia Isídrez, Edith Jiménez, Estela Juliuz, Angélica Klassen, Francene Keery, Guillermina, Sara Leoz, Laura Mandelik, Laura Márquez, Mónica Matiauda, Esperanza Mayor, Nélida Mendoza, Silvana Nuovo, Cucherane Marina Picanere, Josefina Pla, Susana Romero, Lotte Schulz, Mabel Valdovinos, Miguela Vera, Mayelí Villalba, Karina Yaluk y Keka Zaldívar. La lista se completa con obras de José María Blanch, Arnaldo Cristaldo y Joaquín Sánchez, así como con documentación visual de Confines del Paraguay, que remiten a la cuestión de las mujeres en el Paraguay.